Son una subespecie de los lobos y, aunque hoy son animales domésticos, sus antepasados eran cazadores y atrapaban todo lo que se movía lanzándose hacia las patas de su presa. Aparentemente, de allí viene el extraño comportamiento canino de correr a los autos.
El lobo gris es considerado el antepasado más inmediato del perro. Las pruebas arqueológicas demuestran que el perro ha estado en convivencia cercana con los humanos desde hace al menos nueve mil años, y, desde entonces, los canes se han convertido en animales domésticos.
Sin embargo, en otros tiempos, los perros, o, más precisamente, sus antepasados, eran cazadores, por lo que atrapaban todo lo que se movía lanzándose hacia las patas de su presa para inmovilizarlas. Este instinto, al igual que muchos otros, habría pasado de generación en generación alcanzando a los animales domésticos que, al no necesitar de la caza para conseguir su comida, pacificaron su instinto depredador pero sin extinguirlo del todo.
Esa sería una de las explicaciones más confiables de por qué los perros ladran y persiguen no sólo a los autos, sino también a motos, bicicletas y cualquier otro medio de transporte, objeto o incluso ser vivo que se mueva velozmente o no tanto.
Al ver un automóvil en movimiento, los perros lo persiguen porque es una especie de presa que deben atrapar, aunque por su domesticación surge más bien como forma de diversión o de distracción.
De todos modos, algunos especialistas relacionan este comportamiento como una neurosis o manía. También lo vinculan con un “sistema de defensa” ante lo desconocido. Así, al relacionar el ruido y movimiento de los coches con un objeto peligroso surge el instinto de ladrar y “atacar” al vehículo. Fuentes: atraccion360.com / coquitofau.blogspot.com.ar / perros.mascotia.com