Será presentada en los próximos días. Es la máxima apuesta del Gobierno para prevenir el delito. Así es el plan de su funcionamiento.
Un nuevo cuerpo integrado por 340 efectivos debutará en los próximos días: la Policía Barrial. Se trata de una de las grandes apuestas del Gobierno provincial para calmar la segunda demanda social detrás del empleo: seguridad. Sus integrantes lucirán uniformes distintos, confeccionados con una tela de color azul más claro, en reemplazo del tradicional “azul marino”. El Gobierno sostiene que no hay cosmética, sino la mayor reforma policial encarada en democracia.
“Hay una palabra clave para explicar cuál es el rol de la Policía Barrial: proximidad”. Quien habla es el subcomisario Elvio Basso, “líder” de la patrulla barrial de barrio Ituzaingó, uno de los sectores donde se realizó la prueba piloto.
Por “proximidad” se entiende el despliegue de técnicas de resolución de los conflictos que generan la mayoría de los delitos en la ciudad: la violencia urbana. “Nos especializamos en llegar al vecino”, dice Basso.
Los policías barriales tendrán una característica que, según la promesa, los hará correr con ventaja en la prevención del delito y en ganarse la confianza vecinal: la “estabilidad territorial”. Es decir que no serán movilizados de un distrito a otro, o de la Capital hacia el interior, una práctica hasta ahora habitual en la fuerza.
Además, podrán pedir al Estado (a través del Consejo de Seguridad Barrial) intervenciones sociales y urbanísticas para sus respectivos cuadrantes, y utilizarán como herramienta fundamental de la prevención el “patrullaje inteligente”.
Las estadísticas que tiene en la cabeza Diego Hak, secretario de Seguridad Ciudadana, dicen que el 50 por ciento de los delitos de la ciudad se comete en apenas el 5 por ciento de las cuadras. Determinar cuáles son esas cuadras en cada cuadrante servirá para planificar el “patrullaje inteligente”: recorridos que podrán modificarse ante cada cambio en la modalidad delictiva.
¿Cuáles serán los móviles que se usarán para el patrullaje? “El que cada líder de patrulla barrial considere mejor: auto, bicicleta o caminando”, responde Hak.
Los 340 policías barriales que están en las calles por estos días fueron capacitados en solución de conflictos urbanos y de género.
“Las estadísticas indican que el 52 por ciento de los crímenes de la ciudad tiene su origen en la violencia urbana, por lo que prevenirla es central en nuestra estrategia”, dice Hak. Y explica: “La Policía Barrial tiene nuevos criterios de abordaje de la seguridad: con protocolos de actuación para casos concretos, y una visión en la solución integral”.
A modo de ejemplo, el funcionario cita el relevamiento que el “líder” de la patrulla barrial de Ituzaingó realizó en los espacios verdes del sector: un detallado informe de necesidades de mejoras de mobiliario urbano e infraestructura, con la intención de la recuperación del espacio público.
“Pensamos en la recuperación de las plazas de manera integral: desde lo estructural (el estado de los juegos o el alumbrado) y con nuestra presencia en los horarios en los que seamos necesarios para garantizar el esparcimiento de las familias”, dice Basso, el “líder” de la patrulla barrial de Ituzaingó.
El “líder” será (por lo general) un subcomisario u oficial principal. Sobre él estará el comisario, quien tendrá a su cargo la coordinación de acciones entre la Policía Barrial y la Policía de Seguridad (el CAP y otros cuerpos de la fuerza). El “líder” estará en contacto con el “promotor barrial”, un empleado de la Provincia que tendrá como función el enlace entre la Policía Barrial y el poder político. La figura del promotor es controversial: la oposición señaló en la Legislatura que podría convertirse en un “puntero”.
Este es, en los papeles y de manera resumida, el rol que tendrá la Policía Barrial. “Es un cambio de paradigma: en 20 años que llevo en la fuerza, nunca vi una innovación igual”, dice Basso. El “líder” contagia el entusiasmo, y deja abierto el principal interrogante del plan: ¿Está preparada la Policía cordobesa para cambiar?
“Hay una palabra clave para explicar cuál es el rol de la Policía Barrial: proximidad”. Quien habla es el subcomisario Elvio Basso, “líder” de la patrulla barrial de barrio Ituzaingó, uno de los sectores donde se realizó la prueba piloto.
Por “proximidad” se entiende el despliegue de técnicas de resolución de los conflictos que generan la mayoría de los delitos en la ciudad: la violencia urbana. “Nos especializamos en llegar al vecino”, dice Basso.
Los policías barriales tendrán una característica que, según la promesa, los hará correr con ventaja en la prevención del delito y en ganarse la confianza vecinal: la “estabilidad territorial”. Es decir que no serán movilizados de un distrito a otro, o de la Capital hacia el interior, una práctica hasta ahora habitual en la fuerza.
Además, podrán pedir al Estado (a través del Consejo de Seguridad Barrial) intervenciones sociales y urbanísticas para sus respectivos cuadrantes, y utilizarán como herramienta fundamental de la prevención el “patrullaje inteligente”.
Las estadísticas que tiene en la cabeza Diego Hak, secretario de Seguridad Ciudadana, dicen que el 50 por ciento de los delitos de la ciudad se comete en apenas el 5 por ciento de las cuadras. Determinar cuáles son esas cuadras en cada cuadrante servirá para planificar el “patrullaje inteligente”: recorridos que podrán modificarse ante cada cambio en la modalidad delictiva.
¿Cuáles serán los móviles que se usarán para el patrullaje? “El que cada líder de patrulla barrial considere mejor: auto, bicicleta o caminando”, responde Hak.
Los 340 policías barriales que están en las calles por estos días fueron capacitados en solución de conflictos urbanos y de género.
“Las estadísticas indican que el 52 por ciento de los crímenes de la ciudad tiene su origen en la violencia urbana, por lo que prevenirla es central en nuestra estrategia”, dice Hak. Y explica: “La Policía Barrial tiene nuevos criterios de abordaje de la seguridad: con protocolos de actuación para casos concretos, y una visión en la solución integral”.
A modo de ejemplo, el funcionario cita el relevamiento que el “líder” de la patrulla barrial de Ituzaingó realizó en los espacios verdes del sector: un detallado informe de necesidades de mejoras de mobiliario urbano e infraestructura, con la intención de la recuperación del espacio público.
“Pensamos en la recuperación de las plazas de manera integral: desde lo estructural (el estado de los juegos o el alumbrado) y con nuestra presencia en los horarios en los que seamos necesarios para garantizar el esparcimiento de las familias”, dice Basso, el “líder” de la patrulla barrial de Ituzaingó.
El “líder” será (por lo general) un subcomisario u oficial principal. Sobre él estará el comisario, quien tendrá a su cargo la coordinación de acciones entre la Policía Barrial y la Policía de Seguridad (el CAP y otros cuerpos de la fuerza). El “líder” estará en contacto con el “promotor barrial”, un empleado de la Provincia que tendrá como función el enlace entre la Policía Barrial y el poder político. La figura del promotor es controversial: la oposición señaló en la Legislatura que podría convertirse en un “puntero”.
Este es, en los papeles y de manera resumida, el rol que tendrá la Policía Barrial. “Es un cambio de paradigma: en 20 años que llevo en la fuerza, nunca vi una innovación igual”, dice Basso. El “líder” contagia el entusiasmo, y deja abierto el principal interrogante del plan: ¿Está preparada la Policía cordobesa para cambiar?
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