Los delincuentes acababan de asaltar a los pasajeros de un autobús que se dirigía desde San Mateo Atenco a la Ciudad de México. El hombre se levantó, les disparó, devolvió lo robado y desapareció.
Las autoridades mexicanas buscan a un hombre que ofició de "justiciero", cuando en la madrugada del lunes mató a cuatro ladrones que acababan de asaltar a los pasajeros de un autobús.
El colectivo se dirigía desde San Mateo Atenco a la Ciudad de México, con 53 pasajeros. En la parada de San Pedro Tultepec, los asaltantes subieron como un viajero más, y cinco kilómetros después, a la altura de Ocoyoacac, iniciaron el atraco.
El cabecilla apuntó con un arma al conductor, el resto empezó a despojar al pasaje de su dinero y teléfonos. Hubo insultos y golpes.
Cuando los ladrones se acercaron a la puerta para bajarse, un hombre que estaba sentado al fondo se puso de pie, sacó una pistola, apuntó en silencio y apretó cuatro veces el gatillo. Cada bala alcanzó a cada uno de los asaltantes mientras el autobús seguía en movimiento.
El cabecilla murió desangrado inmediatamente y sus tres compañeros, heridos y aterrorizados, se agolparon en la puerta. El colectivo se detuvo y por la puerta rodó el primer cadáver del jefe. Los demás intentaron huir, pero el hombre los eliminó uno por uno.
El justiciero tomó las mochilas y, tras devolver lo robado al pasaje, pidió que no lo delataran. A 500 metros, en pleno parque natural de La Marquesa, descendió y desapareció. El autobús siguió hacia su destino.
Los cuerpos de Víctor Martínez Gómez, Arturo Martínez Hernández, Jorge Arturo García López y Gustavo Gil García quedaron a la vera del camino. Eran primos y habían perpetrado unos 30 asaltos.
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